Caminaba muy seguro
en el mundanal ruido
de la calle Arturo Prat,
que se hallaba silenciosa
en aquel vacilante caminar.
El sol su piel quemaba
sin dejarlo descansar,
pero sin importarle nada,
con su caminar de medianoche
continuaba.
Sin parar,
sin detenerse a descansar,
seguía sentado
en aquel andén tan transitado
por la concurrida soledad.
En aquel andén
que en otro tiempo disfrutó
en el cantar armonioso
del silencio mundanal.
Aunque en aquel tiempo
le acompañaba
una compañía que no era soledad,
pero el tiempo se la llevó
como cuando el viento arrecia
y se lleva las piedras
que vienen y van.
Ahora para él sin ella
el ruido es silencioso
y la compañía soledad.
(29/08/07)
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